A veces tomamos decisiones como la que tomé yo, jugando a ser Dios, cuando tal vez no deberíamos. Creamos realidades en nuestra mente, juzgando a partir de nuestras creencias y puntos de vista. Nos sentimos rechazados cuando alguien no nos devuelve las llamadas, pero su intención no es rechazar. Nos sentimos irritados cuando alguien nos desaira, pero no pensamos que ese alguien podría estar simplemente concentrado en sí mismo, en un problema en un pensamiento no resuelto.
Así es como funciona el mundo: cada ser humano es una mezcla individual de creencias y emociones que limitan, que empuja a otros humanos como en una serie de fichas de dominó. Cada uno afecta al otro, y después al siguiente, y así sucesivamente. Cada pensamiento conduce a una acción que conduce a una reacción que puede ocurrir a miles de kilómetros de distancia. Una palabra puede infectar a grupos, equipos, culturas y países enteros, creando ideas e ideales que se extienden como un virus.
Así es como funciona el mundo: cada ser humano es una mezcla individual de creencias y emociones que limitan, que empuja a otros humanos como en una serie de fichas de dominó. Cada uno afecta al otro, y después al siguiente, y así sucesivamente. Cada pensamiento conduce a una acción que conduce a una reacción que puede ocurrir a miles de kilómetros de distancia. Una palabra puede infectar a grupos, equipos, culturas y países enteros, creando ideas e ideales que se extienden como un virus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario