Un coro de voces infantiles comenzaba a cantar Montañas nevadas por cualquier himno patriótico. La rutina de lo oscuro comenzaba con la rutina de esas voces que ensalzaban epopeyas desconocidas con palabras ininteligibles para ellos. Eran los tiempos de lo incomprensible y nadie trataba de entender lo que ocurría.
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