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viernes, 2 de enero de 2015

A través del espejo y lo que Alicia encontró allí

¡Niña de frente pura y sin mancha
de ojos soñadores!
Aunque el tiempo corre, y tú y yo
estamos separados por media vida,
tu preciosa sonrisa sin duda aceptará
este cuento como regalo de amor.

No he visto tu resplandeciente rostro,
no he escuchado tu risa de plata;
ningún pensamiento acerca de mí encontrará
hueco en tu joven vida después;
ya es bastante que no dejes de escuchar
mi cuento.

Un cuento que empezó en otra época.
Cuando el sol del verano resplandecía
y un sencillo sonido marcaba
el ritmo de nuestro remar;
sus ecos todavía viven en mi memoria,
aunque los crueles años me dirán "olvida".

¡Ven, escucha, antes que la voz del miedo,
cargada de amargas noticias,
se presente en el lecho no deseado
de una dama melancólica!
No somos sino niños grandes, querida,
que se inquietan al acercarse la hora de dormir.

Fuera, el hielo, la nieve cegadora,
la locura del viento tormentoso;
dentro, la luz y el calor del fuego rojizo
y la alegría de la infancia.
Las mágicas palabras te arroparán
y no atenderás a las ráfagas del viento.

Y aunque la sombra de un suspiro
pueda colarse en la historia,
por los "felices días de verano" pasados,
desvanecidos en la gloria del estío,
no tocará con su aliento
la paz de nuestro cuento.

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