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domingo, 20 de mayo de 2012

El gran juego

La gente piensa que cuando ellos no estén, el mundo va a detenerse: Pero no pueden estar más equivocados. El mundo continúa su rumbo, es un barco que jamás naufraga. (…) Yo, que he visto casi de todo, he conocido a muchos hombres. Viejos, jóvenes. Hombres que vi morir y hombres que vi nacer. Y casi todos se parecían. Casi todos llevaban en el corazón las mismas cosas. El mundo nuca naufraga, pero es un barco que hay que saber dirigir. Los que vienen van dibujando nuevas coordenadas, corrigiendo los rumbos que trazaron los que les precedieron, haciendo esta travesía más precisa, intentando salvar los escollos. Siempre hay quienes intentan llevarlo a la deriva, pero, tarde o temprano, vendrán otros a enderezar el timón. Esa es la vida y no otra cosa; el crear un mapa lleno de coordenadas que se vaya desvelando, que se vaya completando, seguir escribiendo a partir de lo que nos dejaron, escribir para los que estamos y para los que vendrán. Todos los hombres quieren llevar el mundo al mismo puerto, a ese destino inalcanzable al que no se si algún día llegaremos. Es algo que nos flota en la sangre y, de alguna forma que no entiendo, nos lo vamos transmitiendo de unos a otros. Si nosotros no lo conseguimos, tendremos el consuelo de saber que otros vendrán que lo consigan (…) les estamos esperando.

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